Ceremonia del té en Marruecos
La ceremonia del té es todo un folklore en torno a la bebida más querida en Marruecos y en el mundo árabe. Es de inspiración musulmana y se considera un regalo de Alá. Tanto es así que hoy en día, el té verde con menta aparece, a primera vista, como una tradición inmutable que se remonta a los inicios de la historia.
El anfitrión dispone ante él los objetos de culto: la tetera, los vasos, el pan de azúcar que protege su envoltorio y la menta, extraída del tejido húmedo que evita que se marchite.
En la tetera pone una cucharadita de té por persona y vierte una pequeña cantidad de agua caliente, simplemente para mojar el té y desechar de inmediato esta primera solución. Después coloca la hierbabuena y el azúcar en el interior de la tetera junto con el té. Finalmente, rellena de nuevo la tetera de agua hirviendo y la coloca en el fuego hasta que comience a hervir. Se deja reposar durante cinco minutos y listo para servir.
El té se sirve vertiéndolo hasta un metro por encima del vaso. En efecto, todo el arte del té consiste en hacerlo espumar, porque sólo el té servido muy espumoso honra con dignidad al comensal. De ahí el gesto ancestral del líquido ardiente vertido de vaso en vaso, recto y desde bastante altura, para hacer subir la espuma o “el turbante”.
Luego siguen las tres rondas rituales: el primer té es “amargo como la vida”, el segundo un poco más dulce, “dulce como el amor”, el último, francamente almibarado, “dulce como la muerte”.